Dicen que ni siquiera Orwell pudo haber predicho que tendríamos a Big Brother dentro de nuestras propias casas ahora que se ha lanzado Alexa o Google Home al mercado. Lo que no se dice es que nosotros somos los que voluntariamente aceptamos intercambiar conveniencia por privacidad.
Los números son impresionantes y un paraíso para los mercadólogos. Se hacen 40,000 búsquedas en Google cada segundo. Esta información entra a los sistemas de Google y se transforma en un producto a vender, o mejor dicho subastar, para quienes compran publicidad a Google en búsqueda del perfil exacto de consumidor.
Mientras usas Google, éste construye un perfil con tu información. Al buscar en Google, le confesamos cosas que no decimos ni a nuestro abogado, médico o esposo.
Qué información saben de nosotros:
Edad
Ingreso (lo caulculan basado en nuestras búsquedas y mobilidad)
Género
Status de relación
Historia de búsquedas (desde el inicio de los tiempos)
Nuestro aparato (iphone, ipad, TV)
Localización física
Edad de nuestros hijos
Título
Algún evento nuevo en nuestra vida
Compañía de celular
Productos que compramos (o casi compramos)
Tipo de Wi-Fi
Tiempo que pasamos en ciertos sitios o apps
Contenido de tus emails
Si nos estamos moviendo y en qué vehículo (lo calculan por la velocidad)
Cuando lo vemos de cerca, lo primero que viene a la mente es miedo y una necesidad de protegerse o "cerrar la cortina". Tal vez sea demasiado tarde. Sin embargo, es indispensable que estemos conscientes de que está sucediendo y de que nuestra privacidad tiene un precio mucho mayor que la conveniencia que nos ofrece Google. Tal vez...
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